Nuestros pequeños aprenden experimentando, y eso es lo que hemos hecho. Durante dos días, los niños han salido al jardín del cole para observar los cambios producidos en el entorno con la llegada de la primavera. Allí, nos hemos tumbado y cerrado los ojos para escuchar el canto de los pajaritos, hemos observado insectos y el brote de hojas en los árboles, hemos descubierto flores observando su color, forma... Además de ser una actividad divertida, se ha despertado el interés de los niños, trabajando además conceptos, vocabulario y hábitos de conducta entre otros objetivos.
Un niño me dice al día siguiente: "Seño, ¿vamos otra vez allí para ver si está todavía la primavera?